Los rostros pálidos pensabamos que los indios no creían en Dios, que eran sólo unos animistas supersticiosos. Cierta noche, junto al fuego, le pregunté a mi amigo Lechuza Sedienta de la tribu Lenap Delawar por su idea de Dios. Él, muy asombrado, no me lo explicó con parabras. Dibujó una espiral con perfectos círculos concéntricos y señalando el centro me dijo:
- " Este es el sitio del Gran Hombre"
Basado en un hecho histórico.
Jxn
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