Bueno, bueno, bueno...
El caso es que una tarde, después de escucharle maullar frente a mi portal, decidí ponerle comida a un gato. Era un gatillo escuálido, negro y muy, muy esquivo. Seguí dándole de comer. Hoy en día el futuro de un gato callejero es ser atropellado, o con suerte morir enfermo.
Tuve que cogerlo y acogerlo. Le duche y le pege una buena pasada de antibichitos ( foto inferior). El caso es que ha empezado a integrarse en casa y se ha hecho buen colega de Roberto, mi gato. Hacen una buena pareja ( foto sup.)
Adoptado quedas pues, y te nombro Lucifer hasta que seas sexado.
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