En un país multicolor..... Esto eran cinco chavales de trece años que crecieron a la sombra del monte Banderas. junto a las vias del viejo ferrocarril que te llevaba al mar. Corría el año 80 u 81. Del siglo pasado vamos.
Estos niños siempre jugaban en la calle. A casa subian a dormir y a que sus madres les quitaran la mugre. Les gustaba mucho jugar al futbol, pero por entonces no habia calles, o mejor dicho las calles no tenian asfalto ni aceras. Eran caminos entre casas. Habia piedras coches zarzas...Asi que encontraron entre huertas un buen campo. Era un aparcamiento ¡asfaltado y liso! del centro de datos del Banco Vizcaya. Los chicos no comprendían bien el concepto de propiedad privada, asi que ocuparon el aparcamiento y lo bautizaron como campo de futbol oficial de su calle, aunque aquel sitio no era su calle. El caso es que cuando estaban en pleno desarrollo los niños, llegó el desarrollo. Vallaron el recinto y colocaron cámaras y guardas de seguridad ( para los cavales eran maderos también). Aquello no podía consentirse. Juntaron con paciencia 25 pesetas ( la bolsa de facundo valía una peseta). Compraron cinco máscaras negras de plastico con una calavera pirata en el centro y toda la polvora que pudieron. Escondidos en las ruinas de un viejo hospital que llamaban " Los Incurables" encintaron los petardos mas gordos y liaron bien las mechas con otras mas finas. En el bolsillo guardaron los pequeños. Para el banco que se fueron los niños. Primero se parapetaron tras unos setos. No se veia actividad enemiga. Arañandose con zarzas de dos metros, consiguieron llegar hasta la puerta automática sin ser vistos por la camara. Allí encendieron dos artefactos y los arrojaron al interior. Hubo poco ruido, algo habia fallado. Asi que impulsados por un coraje digno de los barbaros, salieron frente a la puerta y enmascarados, arrojaron toda la pequeña artilleria. Estaban con la adrenalina hasta el cuello. Cuando se acabaron las municiones, corrieron de nuevo a traves de las zarzas hasta esconderse en una huerta que lindaba. Esperaron a ver que pasaba. Y no pasó nada. Se habian gastado la paga de la semana para nada. Pero bueno, lo intentaron. Aunque no se volvieron a poner las chamarras que los cubrian durante un tiempo. Muy apenados quemaron sus antifaces mientras se miraban unos a otros preguntandose ¿ ahora que?
Sólo el pensar en la cara del guarda jurado comiendose una tortilla y viendo como cinco bultos sopechosos hacian el chorra delante del banco... Al menos a él, le alegraron el día. Fue el Bautismo de fuego de " Komando Txakolí", que asi pasaron a llamarse en honor a su calle.
Postescriptum
Sr. juez, este delito ha prescrito, y si no ha prescrito le aseguro que solo es literatura, una chorradita, nada mas.